Del hashtag al misterio: cristianismo estético y sed de trascendencia en la era digital

Publicado el 6 de noviembre de 2025, 21:06

Capítulo 1. Christiancore: genealogía estética de lo sagrado en la era del algoritmo

1. Introducción: cuando la fe se vuelve filtro

Entre 2023 y 2025 cristaliza en redes una estética que convierte signos cristianos —velos, cruces, túnicas blancas, citas bíblicas— en código visual de moda y cultura pop: el christiancore. Medios de tendencias como Highsnobiety o Highxtar lo describen como un “retorno de lo sagrado” más performativo que devocional, una religiosidad sin templo que se despliega en TikTok e Instagram y que, en España, ha llegado al mainstream gracias a Rosalía y su álbum LUX¹.

Desde una antropología de la persona —la de Jacques Maritain, quien defendía que “el hombre no puede comprenderse sino en relación con el Ser”²—, este fenómeno se convierte en un dato revelador: la secularización no suprime el anhelo de trascendencia, solo lo transforma.

2. Genealogía breve: de Heavenly Bodies al feed

El christiancore no surge de la nada. Su genealogía combina tres raíces históricas:

  1. El catolicismo pop. En 2018, el Museo Metropolitano de Nueva York presentó la exposición Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination, donde se exploraba la relación entre fe y moda. La muestra, con préstamos del Vaticano, fue la más visitada de la historia del museo³. Aquello convirtió los símbolos católicos —tules, rosarios, sotanas reinterpretadas— en lenguaje estético global.
  2. Los medios de tendencias. En 2022, revistas como Highsnobiety definieron el christiancore como un espacio “irreverente pero sincero”, donde la cruz y la iconografía sacra funcionan como “un sistema para producir sentido en una generación que vive entre la ironía y la fe”⁴.
  3. La cultura digital de los “core”. El auge de etiquetas estéticas como cottagecore o balletcore preparó el terreno para traducir sensibilidades colectivas en identidad visual. El christiancore hereda esa gramática: la fe como estilo, la estética como confesión simbólica.

3. Definición operativa

Podemos definir el christiancore como la estetización digital de los símbolos cristianos —cruces, velos, colores litúrgicos, iconografía sacra—, convertidos en un lenguaje visual compartible, replicable y monetizable. Se trata de una religiosidad visual y performativa, que circula por redes más como moodboard que como credo.

El fenómeno se mueve en una frontera ambigua entre ironía y búsqueda de sentido. Como ha señalado la filósofa cultural Marta Peirano, “la era del algoritmo no elimina las creencias: las mercantiliza”⁵. De ahí que lo sagrado reaparezca en las pantallas, no como dogma, sino como una forma de interrogar el vacío.

4. Casos y nombres propios

El rostro más visible del christiancore es, sin duda, Rosalía. Con LUX, la artista catalana reformula la imaginería cristiana: el blanco monacal, la penitencia, la luz interior, el gesto de clausura. En sus videoclips y fotografías promocionales se advierte una iconografía que dialoga con la pintura mística española —Zurbarán, Ribera— reinterpretada en clave digital⁶.

Otros precedentes son Madonna, con su performance en la Met Gala 2018, o Doja Cat y FKA Twigs, que han usado símbolos religiosos en sus obras como acto de tensión entre cuerpo y espíritu⁷.

5. Cartografía digital

El christiancore se expande en plataformas visuales como TikTok e Instagram, con hashtags como #christiancore, #catholiccore, #heavensent o #saintcore. Los usuarios publican outfits inspirados en monjas, santas o ángeles barrocos. En algunos casos, se combina con el discurso del clean living, la pureza y el minimalismo, configurando una estética de recogimiento frente al ruido digital⁸.

La web Ethic en España y publicaciones internacionales como The Conversation o Highxtar han analizado su dimensión simbólica, señalando cómo “lo sagrado se reactiva como lenguaje de resistencia frente al vacío de sentido de la cultura digital”⁹.

 6. Perspectivas expertas

Según Cristina Rocha, especialista en religión y cultura pop, la actual “cristianización cool” fusiona moda, espectáculo y espiritualidad ligera: “una religiosidad líquida que no exige pertenencia, pero ofrece pertenencia estética”¹⁰.

En el ámbito de la filosofía moral, Victoria Camps, en La sociedad de la desconfianza (2025), advierte que “la secularización ha dejado un hueco que ni la ciencia ni la técnica han sabido llenar”¹¹. Esta observación conecta directamente con el christiancore: si las instituciones religiosas se desvanecen, los individuos buscan nuevos rituales visuales para sostener la experiencia de lo sagrado.

Desde la teoría cultural, Susan Kaiser subraya que la moda “actúa como una liturgia de lo cotidiano”¹²: permite narrar pertenencias, creencias y resistencias. El christiancore sería, entonces, una liturgia estética de una era que ha perdido sus ritos.

7. Una lectura maritainiana: símbolo y sed de absoluto

Jacques Maritain veía en el arte un medio privilegiado para expresar el misterio del ser humano. En Arte y escolástica, afirma: “El arte, cuando es verdadero, participa del resplandor del Ser; por eso, aun sin nombrarlo, puede conducir hacia Dios”¹³.

Aplicado al christiancore, el símbolo religioso —aunque desacoplado del rito y del dogma— sigue funcionando como atalaya de sentido. El riesgo está en su mercantilización, pero la oportunidad reside en que todavía comunica algo esencial: la sed de absoluto.

En una cultura saturada de imágenes, el retorno de lo sagrado en clave estética puede interpretarse como un eco del religare: un intento —inconsciente, fragmentario, pero real— de volver a vincularnos. Como diría Maritain, la persona “no se agota en su autonomía, sino que se realiza en apertura a lo trascendente”¹⁴.

8. Discusión y tensiones

  1. Estética vs. devoción: la estetización del símbolo corre el riesgo de trivializar lo religioso, pero también puede mantenerlo vivo como memoria cultural.
  2. Industria y apropiación: el “cristianismo cool” plantea dilemas éticos sobre la comercialización de lo sagrado y la pérdida de su sentido original.
  3. Recepción pública: el caso Rosalía reabre el debate entre blasfemia y espiritualidad, demostrando que los símbolos religiosos conservan poder público incluso en sociedades postseculares.

9. Conclusión

Leído desde el humanismo cristiano, ns gustaría decir que el christiancore no es un regreso ingenuo a la fe, sino un signo cultural de que la necesidad de lo sagrado persiste. Sé que es mucho pedir. Pero creo que no forzamos nada si al menos le damos una oportunidad. La secularización no ha borrado la religiosidad; la ha vestido con nuevos ropajes.

Como diría Maritain, “el hombre moderno tiene hambre de absoluto, aunque haya olvidado el nombre de su hambre”¹⁵.
El christiancore es quizá eso: una plegaria silenciosa en forma de hashtag.

Pero, ¿qué han dicho los medios de comunicación? En la segunda parte aporto una crítica al respecto.

Notas

  1. Ethic, “Christiancore: la moda de parecer santa a la que se ha sumado Rosalía”, 28 de octubre de 2025.
  2. Maritain, J. Humanismo integral. Madrid: Ed. Rialp, 1946, p. 33.
  3. The Metropolitan Museum of Art, Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination, Press Release, 2018.
  4. Highsnobiety, “Inside the Irreverent World of Christiancore”, agosto 2022.
  5. Peirano, M. Entrevista en El País Semanal, 2024.
  6. Harper’s Bazaar España, “Rosalía y el renacer de la mística pop”, noviembre 2025.
  7. Vogue Italia, “Madonna and the Met Gala: the Sacred as Spectacle”, 2018.
  8. Highxtar, “Christiancore: fashion as a religion”, septiembre 2022.
  9. The Conversation España, “Del altar al algoritmo: el auge del christiancore”, marzo 2025.
  10. Rocha, C. “Cool Christianity: The Fashion–Celebrity–Megachurch Complex in the 21st Century”, Celebrity Studies, vol. 12, nº 3, 2021, pp. 235-248.
  11. Camps, V. La sociedad de la desconfianza. Barcelona: Arpa, 2025, p. 57.
  12. Kaiser, S. The Social Psychology of Clothing. New York: Fairchild Books, 2020, p. 221.
  13. Maritain, J. Arte y escolástica. Buenos Aires: Club de Lectores, 1945, p. 41.
  14. Maritain, J. Humanismo integral, op. cit., p. 47.
  15. Ibíd., p. 51.

Capítulo 02: críticas y tensiones a la luz de los datos contemporáneos

1) Presentación de las publicaciones

A continuación, resumo brevemente las publicaciones suministradas, para luego ponerlas en diálogo y crítica:

  • Religión en Libertad: “Sí, hay más jóvenes católicos en España: tenemos datos…” (publicación reciente).
  • Telecinco / “¿La religión está de moda? La vocación se convierte en un reclamo…” (27 oct. 2025).
  • Portaluz: “La moda de ‘lo católico’” (opinión) — «La Iglesia es la única realidad que libra al hombre de la degradante esclavitud de ser un hijo de su época; cuando ‘lo católico’ se convierte en moda… es falsificación».
  • El Mundo (podcast) / “¿Dios está de moda? De Rosalía al renacer de la fe entre…”
  • El Diario Sur: “¿Ser católico está de moda? De los influencers con rosarios…” (13 abril 2025).
  • es: “El catolicismo ha vuelto, o eso dicen…: la religión es la última tendencia, lo católico está de moda, los jóvenes andan huérfanos de espiritualidad…”
  • El Caribe: “El catolicismo está de moda” (opinión).
  • El País: "El fenómeno no se reduce al auge de la espiritualidad, la expansión de las iglesias pentecostales o la New Age, que ya se manifestaban; hablamos del contraataque del catolicismo tridentino”

2) Crítica desde la perspectiva maritainiana humanista cristiana

  1. Contradicción entre datos y discurso
    Los datos más sólidos muestran que la identificación católica en España desciende con claridad: por ejemplo, un estudio señala que actualmente solo el 55 % de los adultos se reconocen como católicos, frente al ~90 % de los años setenta. Funcas+2infobae+2 Entre los jóvenes (18-29 años) la cifra de quienes se identifican es apenas ~32 %. The Objective
    En este contexto, aparece el discurso de que “la religión está de moda” o “los jóvenes vuelven a lo católico”. Pero si los números no acompañan ese supuesto «revival», entonces este discurso requiere ser examinado con cuidado. Desde un humanismo cristiano inspirado en Maritain, esto nos lleva a preguntarnos: ¿es la moda superficial un puente hacia lo verdaderamente religioso, o es una simulación estética que prolonga la secularización?
  2. Moda vs. hondura antropológica
    El artículo de Portaluz advierte que cuando “lo católico se convierte en moda o en un nuevo punk”, es “simplemente falsificación aunque sea bendecida”. Desde mi visión humanista cristiana, este punto tiene peso: la fe cristiana no se reduce a una apariencia estética, sino que implica “religare” —un vínculo, una responsabilidad, una apertura al Absoluto—. Maritain afirmaba que la persona “no se realiza en su autonomía, sino en la apertura a lo trascendente”.
    Si el catolicismo se limita a símbolos superficiales, sin comunidad, sin evangelio vivido, estamos ante una versión degradada. Y el fenómeno del christiancore se vincula ahí: estética de lo sagrado, sí; pero riesgo de que lo simbólico sustituya la experiencia de fe real.
  3. Oportunidad o trampantojo
    Los medios que detectan una “moda católica” pueden tener razón en la visibilidad mediática (influencers con rosarios, moda, símbolos cristianos…), pero también pueden estar confundiendo visibilidad con autenticidad. Para Maritain, la libertad auténtica se orienta al bien común y al fin último; una moda no garantiza esa orientación.
    Desde mi perspectiva: este aumento de visibilidad podría ser una oportunidad para reavivar sentido, dignidad, comunidad. Pero también podría ser un trampantojo: que refuerce el individualismo (lo hago por mí, lo comparto por el feed) sin vínculo real con la Iglesia, sin servicio al otro, sin trascendencia.
  4. La sociedad de la desconfianza
    Aquí la reflexión de Victoria Camps resulta útil: en La sociedad de la desconfianza identifica que la secularización generó un vacío moral porque las instituciones que ligaban ya no lo hacen. Si los jóvenes “hicieron” católico por la moda, pero sin pertenecer realmente a una comunidad, ese fenómeno no restaura el tejido de relaciones humanas —la fraternidad, la responsabilidad— que Maritain consideraba esencial.
  5. Visibilidad ≠ participación
    Los artículos sobre “religión de moda” muestran influencers, símbolos, estética digital. Pero los datos muestran también que la práctica (por ejemplo asistencia a misa) y la identificación genuina están en mínimos. Religión Digital+1 Desde una óptica humanista cristiana, esto es inquietante: la fe crece en profundidad cuando se vive en comunidad, en servicio, no solo en tendencia visual.

3) Síntesis crítica

  • Es legítimo reconocer que el fenómeno del christiancore y la visibilidad de lo “católico de moda” pueden estar señalando algo: que el anhelo de lo sagrado —la dimensión transcendental de la persona humana— persiste.
  • Pero también es imperativo —desde un humanismo cristiano serio— advertir que la moda no puede reemplazar la comunidad, la liturgia, el compromiso. De lo contrario, corremos el riesgo de otro tipo de secularización: la del símbolo vacío.
  • La Iglesia, y los creyentes, tienen la responsabilidad de discernir: ¿este momento estético es una puerta hacia la fe auténtica o un escaparate que prolonga el aislamiento individual? Maritain diría que la persona “se realiza en la apertura al Absoluto y al otro”. Si lo estético no conduce a ese horizonte, deja de ser signo y se vuelve gesto vacuo.
  • Podría ser que vivimos un tiempo intermedio: los símbolos resurgen, las apariencias se multiplican, pero todavía no han sido revestidos de comunidad y sentido auténticos. Ahí está la tarea.

4) Conclusión de esta segunda parte

La “moda católica” documentada por los artículos que me enviaste es, en sí misma, un dato cultural relevante. Pero, desde mi visión de filósofo humanista cristiano, el dato no basta: hace falta profundidad.
Si el christiancore es síntoma de que seguimos hambrientos de infinito —como afirmaba Maritain—, entonces debe servir para preguntarnos: ¿cómo transformar moda en compromiso? ¿Cómo convertir símbolo en servicio? ¿Cómo pasar del hashtag al hermano?
La secularización no ha eliminado la religiosidad; la ha cambiado de forma. Pero esa transformación solo tendrá valor si conduce a la dignidad de la persona, al bien común, y a la fraternidad.

Tercera Parte: del símbolo a la comunión. Criterios para una respuesta cristiana ante el “christiancore”

1. Entre la nostalgia y la novedad

Los dos polos de nuestra cultura —nostalgia y novedad— se cruzan en el fenómeno christiancore. Por un lado, nostalgia de un tiempo en que la fe estructuraba lo común; por otro, deseo de una novedad espiritual en una época agotada de eslóganes.
Pero la nostalgia no basta, y la novedad sin raíces se disuelve en moda.
Desde el humanismo cristiano de Jacques Maritain, lo decisivo es que el hombre contemporáneo —también el joven digital, el consumidor de imágenes, el artista o el influencer— no deja de ser persona, es decir, criatura abierta al Ser. La tarea cristiana no consiste en censurar la moda ni en canonizarla, sino en discernir su latido humano: qué anhelo sincero hay tras la imagen.

2. Primer criterio: acoger antes que juzgar

En Humanismo integral, Maritain proponía una actitud evangélica de comprensión hacia la cultura moderna. No se trata de “bendecir el mundo” sin más, sino de descubrir los signos del Espíritu en medio de él.
Por eso, ante el christiancore, el primer gesto debería ser la acogida inteligente.
La estética de lo sagrado, aunque superficial en algunos casos, puede contener una intuición verdadera: el hambre de infinito. La Iglesia —y quienes piensan desde un humanismo cristiano— deberían leer ese hambre no como amenaza, sino como señal de vida espiritual en latencia.

“No hay que tener miedo de las semillas del Verbo allí donde broten, aunque lo hagan entre las piedras del mercado.”
Maritain, Diario de un laico comprometido.

3. Segundo criterio: educar la sensibilidad simbólica

Si lo sagrado ha regresado en forma de imagen, la educación estética se vuelve teológica.
Maritain sostenía que el arte auténtico es “participación del resplandor del Ser” (Arte y escolástica, p. 41). Por eso, formar el gusto y reencantar el símbolo son tareas pastorales.
La Iglesia, las comunidades educativas, los espacios culturales cristianos pueden ofrecer una alfabetización simbólicaque devuelva profundidad al signo.
Ejemplo: mostrar que el velo no es accesorio, sino metáfora de interioridad; que la cruz no es adorno, sino signo del amor llevado hasta el límite; que la luz (lux) no es solo estética, sino epifanía.

Solo así el christiancore podría transformarse de tendencia en teología visible.

4. Tercer criterio: unir belleza y justicia

El peligro de toda moda espiritual es la autorreferencialidad estética: una búsqueda de pureza desligada del sufrimiento del mundo.
Maritain advertía que el artista cristiano debe “dar testimonio del amor de Dios en la materia del mundo”.
Por eso, la respuesta cristiana al christiancore no puede quedarse en el plano del gusto o del diseño. Debe unirse a la acción social, a la compasión concreta.
El humanismo integral es inseparable de la justicia. Si la estética cristiana no conduce a la fraternidad, se convierte en idolatría de la imagen.

“No basta con hacer el bien visible: hay que hacer visible el bien.”
Maritain, El hombre y el Estado.

5. Cuarto criterio: comunidad frente a individualismo

El fenómeno christiancore nace en el ecosistema del self-branding: cada sujeto convierte su identidad en marca.
Frente a ello, la fe cristiana recuerda que no se cree solo. La experiencia religiosa auténtica no es estética de uno mismo, sino liturgia compartida.
Las comunidades cristianas podrían ofrecer espacios de participación donde esa energía estética encuentre sentido: talleres, arte sacro contemporáneo, proyectos solidarios, experiencias de oración artística.
El reto es pasar del hashtag al hermano, del “yo expreso” al “nosotros celebramos”.

6. Quinto criterio: discernir los lenguajes digitales

El mundo de los algoritmos no es neutral: produce imaginarios, dirige emociones, decide visibilidades.
El humanismo cristiano debe aprender a habitar ese espacio sin ingenuidad ni rechazo.

  • Sin ingenuidad, porque el algoritmo transforma lo sagrado en mercancía.
  • Sin rechazo, porque el Espíritu puede actuar incluso en la red.
    La tarea es discernir: ¿qué publicaciones elevan? ¿Qué imágenes revelan verdad, y cuáles solo consumen el misterio?

Aquí el pensamiento de Maritain sobre la libertad interior cobra fuerza: “El hombre libre es aquel que puede reconocer lo verdadero incluso entre los errores del mundo” (Humanismo integral, p. 52).

7. Sexto criterio: convertir el signo en testimonio

La conversión estética —esa fascinación por la belleza religiosa— puede abrir a la conversión moral y espiritual.
Los testimonios de jóvenes que han pasado de la estética al compromiso lo muestran: primero se acercaron por la belleza del rito, después descubrieron el sentido del servicio y la oración.
El desafío pastoral no es condenar el símbolo, sino hacerlo camino hacia la verdad.

8. Conclusión: una teología del umbral

El christiancore representa, para nuestra época, un umbral: entre el vacío y el misterio, entre la imagen y el Verbo.
No debemos verlo solo como banalización, sino como síntoma esperanzador: la sed de absoluto no ha muerto.
Desde un humanismo cristiano maritainiano, este fenómeno puede ser comprendido como un terreno de misión: un lenguaje que todavía no sabe orar, pero que intuye la necesidad de hacerlo.

“El hombre moderno tiene hambre de absoluto, aunque haya olvidado el nombre de su hambre.”
Maritain, Humanismo integral.

La tarea cristiana no es apagar esa hambre, sino darle nombre: mostrar que la belleza conduce al amor, y el amor al sentido.
Solo así lo sagrado dejará de ser moda para volver a ser vida.

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